miércoles, 4 de marzo de 2009

Vökuro.




Te golpearé sin cólera
y sin odio, como un carnicero,
como un Moises a la roca
y de tu párpado haré

para saciar mi desierto
brotar el agua del dolor.
Mi deseo de esperanza henchido
navegará en tu llanto

como un navío que zarpa,
y en mi pecho han de hartar,
resonarán tus sollozos
como un tambor que repica.

¿No soy acaso un falso acorde
en la divina sinfonía

por culpa de esta ironía
que me muerde y me sacude?
¡Esta es mi voz, desafinada!
Ese veneno es mi sangre.
Soy el espejo siniestro
donde la arpía se contempla.

¡Soy la herida y el cuchillo!
¡La mejilla y la bofetada!
Soy los miembros y la rueda;
soy el verdugo y la victima

Soy el vampiro de mi propio pecho
-Uno de esos abandonadas
condenados a reir siempre
y a quienes falta la sonrisa!

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